La clave para que una ciudad sea inteligente es la conectividad

  • Opinión

Ninguna ciudad estudia para ser inteligente, de hecho, las ciudades no estudian. Son entornos urbanos que solo alcanzan a ser meritorias de tal calificación cuando se establecen unos ciertos niveles y tipos de servicio que se apoyan de forma profusa en información generada en las interacciones entre Administración y ciudadanos o en datos generados por un ecosistema de cosas conectadas a las redes de las ciudades; estos servicios mejoran la experiencia del ciudadano cuando interactúa con la ciudad, siendo a ojos de este más inteligente.

Pedro Martínez Busto,

Responsable de desarrollo de negocio en HPE Aruba

Ya no basta con tener una conexión inalámbrica generalizada; la conectividad es un servicio de primera necesidad, y para aportar más valor a las personas, es necesario redefinir el papel de las redes para posibilitar nuevos servicios y modelos de intercambio de información entre la Administración, los ciudadanos, los visitantes y las “cosas”.

 

El ciudadano requiere servicios innovadores

Agilidad, rapidez, comodidad: hoy en día el ciudadano exige servicios que requieren una arquitectura de red avanzada que permita habilitar servicios innovadores en todos los ámbitos de la ciudad: movilidad, cultura, deporte, trámites oficiales... Esto significa que la infraestructura de red debe garantizar una cobertura adecuada para  proporcionar conectividad a las personas y a las cosas  en cualquier localización , en el interior de los edificios públicos, en los museos, en las paradas de metro, bus y cercanías, incluso en entornos abiertos como calles, plazas y parques;  debe poder ofrecer a los ciudadanos servicios de valor añadido, como notificar si hay retraso en una línea de metro, o atascos en una de las entradas a la ciudad y ofrecer rutas alternativas a la ciudadanía. Buen ejemplo de todos estos servicios los encontramos en Bilbao, que ha actualizado su conexión inalámbrica en apoyo de la continua evolución de su ciudad inteligente.

 

El papel de la seguridad es clave

La estrategia de seguridad debe ser integral, ofreciendo protección desde el extremo (donde se generan los datos) a la nube (donde se ofrecen los servicios). Es necesario buscar ese equilibrio entre servicios cada vez más innovadores y avanzados, y una adecuada protección de la red y de la información sensible de las personas.

La aplicación de políticas “Zero Trust” en la red que solo permiten la conexión a los dispositivos que se han identificado previamente, junto con políticas de “MicroSegmentación”, que definen de forma granular cuáles son los flujos de comunicación o acceso a aplicaciones autorizados para cada dispositivo, son claves para que la red se convierta en una barrera de contención eficaz, en un entorno en el que cualquiera de los dispositivos que se conectan puede ser una amenaza que comprometa la seguridad de toda la red.

 

El dato mejora la experiencia

Los proyectos de smart cities más exitosos aprovechan las funcionalidades avanzadas de la red, para obtener datos relevantes y sacar provecho de los mismos. Por ejemplo, la tecnología desplegada en la ciudad de Bilbao permite al Ayuntamiento generar información valiosa para los ciudadanos y los visitantes; la red WiFi recaba datos de localización de todas las personas que llevan un smartphone, esta información que se recoge de forma anónima, permite entender mejor y tener una visión en tiempo real de los patrones de comportamiento y movimiento de los ciudadanos y los visitantes a nivel global, facilitando una mejor planificación de servicios como Limpieza, Seguridad, Transporte Público o Emergencias.

 

La red en modo servicio

Hace ya muchos años que se han consolidado los modelos de computación o almacenamiento en modo servicio por sus ventajas; en el caso de las redes estos modelos, aunque relativamente más novedosos, pueden aportar importantes beneficios a las ciudades.

Abordar una inversión en infraestructura de red puede convertirse en una barrera importante para su actualización, disponer de la red en modo servicio elimina este obstáculo al no requerir partidas presupuestarias específicas para acometer la inversión; el hecho de poder acompasar los pagos periódicos por el servicio con los ingresos recurrentes también periódicos, facilita enormemente el acceso por parte de la Administración.

Las ventajas en términos de flexibilidad y adaptabilidad a nuevos requerimientos también son evidentes. La red como servicio garantiza unos plazos mucho menores para la renovación tecnológica, comparada con las redes en propiedad, asegurando la disponibilidad de las funcionalidades más avanzadas; por otro lado la administración no tiene que preocuparse de invertir en la capacitación de su personal de TI para que pueda beneficiarse de todas las posibilidades de la red durante la fase de operación, ya que es el proveedor del servicio el que asume este rol.

 

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