Los acontecimientos del último año han llevado al límite a muchas organizaciones, tanto públicas como privadas. De la noche a la mañana ha sido necesario reestructurar procesos, organizar sistemas para poder trabajar en remoto, desarrollar mecanismos para la prestación de servicios a distancia o incluso desplegar nuevos servicios en...

La Administración Pública española parte de una excelente posición, segundos en el ranking de digitalización DESI, pero como toda gran entidad tiene una dificultad inherente: el tamaño, la dispersión territorial y la diversidad de público al que ofrece un servicio, todo ello genera una gran brecha digital.

Seguimos inmersos en una pandemia que nos ha cambiado para siempre; gracias a los avances científicos en el desarrollo de vacunas hemos conseguido descender los contagios y los fallecidos, y ya vislumbramos la luz al final del túnel.

Cuando evaluamos las inversiones en las AAPP, actuales y en los próximos años, no debemos generalizar ni simplificar lo que ha supuesto y supondrá en los ciudadanos.

Ninguna ciudad estudia para ser inteligente, de hecho, las ciudades no estudian. Son entornos urbanos que solo alcanzan a ser meritorias de tal calificación cuando se establecen unos ciertos niveles y tipos de servicio que se apoyan de forma profusa en información.

El año 2020 será difícil de olvidar. La pandemia mundial y sus efectos han estresado nuestra sociedad y nos han puesto a prueba como colectivo.

El ciberdelito es pernicioso. Es global, implacable y está impulsado por ciberdelincuentes ingeniosos. Aprovechan tecnologías como el aprendizaje automático o los kits de explotación económicos adquiridos en la web oscura.

Estaréis de acuerdo conmigo en que el mundo actual no se parece en nada al que conocíamos hace tan solo unos meses. La incertidumbre y la disrupción de los últimos tiempos han afectado a todos los aspectos de nuestras vidas y nuestro trabajo. Por supuesto, las Administraciones Públicas no son ajenas a esta situación.

Al igual que la Transformación Digital crea nuevas oportunidades para las empresas, también crea oportunidades para hackers y ciberdelincuentes. Esto es aún más cierto cuando los procesos empresariales digitales deben ser implementados bajo limitaciones de tiempo y presión competitiva.